03 mar 2025
Resumen
La fiebre tifoidea, aunque no con una frecuencia desmedida entre la población general, es una infección que sigue causando estragos importantes en el ámbito social y económico, ya que un diagnóstico y tratamiento inadecuados pueden derivar en complicaciones graves para el paciente que la padece. Es prevalente aún en regiones en las que las condiciones sanitarias son deficientes y es en esos lugares donde la prevención toma mayor relevancia, por medio de medidas higiénicas y la vacunación. Para el diagnóstico de esta infección sigue siendo común el hemocultivo y la prueba de Widal, aunque deben tenerse en cuenta el porcentaje de falsos resultados y el periodo en el cual se consideran las muestras. La piedra angular del tratamiento sigue siendo la antibioticoterapia, que dentro de lo posible debe ser específica para la cepa causal.
Palabras clave: fiebre tifoidea, Salmonella, diagnóstico, tratamiento, antibióticos
Abstract
Typhoid fever, while not extremely common in the general population, poses significant social and economic challenges. Inadequate diagnosis and treatment can lead to serious complications for those affected. The disease is still prevalent in areas with poor sanitary conditions, making prevention through hygiene measures and vaccination particularly important. Blood cultures and the Widal test are standard methods for diagnosis; however, it is essential to consider the potential for false results and the timing of sample collection. The primary treatment involves antibiotic therapy, which should be tailored to the specific strain causing the infection.
Keywords: typhoid fever, Salmonella, diagnosis, treatment, antibiotics
Introducción
La fiebre tifoidea es una infección sistémica poco frecuente en humanos, provocada por una bacteria del género Salmonella. Se transmite a través de la vía fecal-oral. Su manifestación clínica varía en gravedad e incluye síntomas como fiebre, dolor abdominal, náusea y vómito, lo que la distingue de otras enfermedades febriles y gastrointestinales.1
El método de diagnóstico más preciso es el cultivo de sangre, médula ósea u otros tejidos estériles. El tratamiento principal consiste en el uso de antibióticos. Esta enfermedad puede derivar en complicaciones graves, como perforación intestinal y hemorragia gastrointestinal, que pueden ser mortales incluso con intervención quirúrgica. La falta de un diagnóstico y tratamiento oportunos se asocia con una elevada morbimortalidad.1
Epidemiología
La fiebre tifoidea y paratifoidea sigue representando un importante problema de salud pública en diversas regiones del Sudeste Asiático, África y Sudamérica debido a deficiencias en el saneamiento ambiental. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los países en desarrollo se registran anualmente 22 millones de casos, con una cifra estimada de 216,000 fallecimientos.2
En Latinoamérica, aunque la enfermedad continúa siendo una causa significativa de morbilidad y mortalidad, la falta de notificación completa y la variabilidad en los registros impiden conocer su verdadera magnitud.2
Chile y Argentina han mostrado una reducción en los casos de fiebre tifoidea y paratifoidea en los últimos años en comparación con 2019, con una incidencia menor a un caso por cada 100,000 habitantes. No obstante, en Argentina, particularmente en la Provincia de Salta, se ha observado un incremento en los casos desde finales de 2017, afectando sobre a todo a niños menores de 15 años.2
En México, según datos del 2021, la incidencia de fiebre tifoidea varió entre los estados. Por ejemplo, Zacatecas reportó una tasa de 142.44 casos por cada 100,000 habitantes, mientras que el Estado de México registró una tasa de 0.85 casos por cada 100,000 habitantes. Estas cifras indicaron una distribución heterogénea de la enfermedad en el país. En el 2023 se registraron 13,356 casos de fiebre tifoidea, lo que representó una disminución del 6.5% respecto a los 14,286 casos registrados el año anterior.2
Agente causal y reservorio
El agente causal de la fiebre tifoidea es Salmonella enterica subespecie enterica serotipo typhi (fig. 1), mientras que la fiebre paratifoidea es causada por los serotipos Paratyphi A, B y C de la misma subespecie. En las infecciones por S. paratyphi B pueden presentarse tanto cuadros gastrointestinales como sistémicos, lo que se atribuye a dos biotipos diferenciados por su capacidad para fermentar d-tartrato: S. paratyphi B dT+ o variedad Java (relacionada con un cuadro de gastroenteritis) y S. paratyphi B dT− (relacionada con la fiebre paratifoidea). Como el resto de los serotipos del género Salmonella, estas bacterias son anaerobias facultativas, gramnegativas, no esporuladas y pertenecen a la familia Enterobacteriaceae.3
Figura 1. Salmonella typhi.
La mayoría de los casos de infección son causados por S. typhi. En cuanto a las fiebres paratifoideas, el serotipo más frecuente es S. paratyphi A, seguido de S. paratyphi B y, en menor medida, S. paratyphi C.3
El único reservorio de S. typhi es el ser humano. El estado de portador puede desarrollarse tras una enfermedad aguda o leve e incluso después de una infección subclínica. Los pacientes asintomáticos y los portadores crónicos desempeñan un papel clave en la transmisión de la enfermedad, mientras que los contactos cercanos pueden actuar como portadores temporales o permanentes.3
Cuadro clínico
Tanto la fiebre tifoidea como paratifoidea son consideradas enfermedades bacterianas sistémicas. Se caracterizan por un inicio insidioso, con manifestaciones no específicas, que consisten en fiebre prolongada, malestar general, anorexia, cefalea, bradicardia relativa, tos seca, manchas rosadas en el tronco, diarrea o estreñimiento, y dolor abdominal. El cuadro clínico puede variar desde una gastroenteritis leve (habitualmente en zonas endémicas) a un cuadro grave con complicaciones importantes (muchas de las complicaciones de la fiebre entérica no tratada se registran entre la tercera y cuarta semana de la infección).4
Los síntomas suelen desaparecer antes del inicio de la fiebre; cabe señalar que aunque la fiebre es un signo clásico de esta enfermedad, no siempre aparece. Alrededor del 30% de los casos presentan manchas rosadas, un exantema ligero maculopapular de color salmón en el tronco y hepatoesplenomegalia en un 50%. Solo entre el 20 y 40% de los pacientes refieren dolor abdominal al momento de su valoración.4
En el examen físico del paciente pediátrico se resaltan la presencia de lengua saburral y úlceras en el paladar como datos clave para el diagnóstico. Puede haber presencia de bradicardia, aunque es menos común que en los adultos. Los signos clínicos más notorios suelen aparecer a partir de la segunda o tercera semana de la enfermedad e incluyen epistaxis, letargo, delirio, choque, hepatoesplenomegalia y el exantema macular transitorio conocido como “roséola tífica”.5
Las manifestaciones neuropsiquiátricas, incluida apatía, psicosis y confusión, se presentan en el 5 a 10% de los casos y se han descrito como “delirio violento” o “vigilia sin respuesta” (mutismo acinético o seudocoma). Las formas graves con alteraciones mentales se han relacionado con elevadas tasas de mortalidad. La gravedad se ve influenciada por factores como la virulencia de la cepa, la cantidad del inóculo ingerido o la edad del paciente (más intensa en niños y personas mayores). El cuadro clínico de la fiebre paratifoidea es similar, aunque suele ser más leve.4
Complicaciones
Según la literatura, la mayoría de las complicaciones son de origen gastrointestinal, destacándose la hemorragia digestiva y la perforación intestinal (cuadro 1). También se han informado infecciones en otros órganos, como neumonía, hepatitis, miocarditis, osteomielitis y meningoencefalitis. Estas complicaciones pueden elevar la tasa de mortalidad hasta en un 20%, especialmente en casos con diagnóstico tardío y ausencia de un tratamiento antimicrobiano adecuado.5
Datos de alarma |
Complicaciones |
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Cuadro 1. Datos de alarma y complicaciones de la fiebre tifoidea.6
Diagnóstico
El enfoque en pacientes con fiebre tifoidea debe basarse en la evaluación clínica, con el objetivo de confirmar la enfermedad. Para ello, es fundamental considerar factores de alto riesgo, como vivir en zonas con saneamiento deficiente, falta de agua potable, así como antecedentes de viajes a regiones endémicas y la presencia de fiebre prolongada por más de 3 días, acompañada de síntomas gastrointestinales como dolor abdominal, estreñimiento o diarrea. Aunque el diagnóstico en la primera semana puede ser complicado, puede confirmarse por medio de estudios de laboratorio adecuados. El cuadro 2 presenta estas pruebas adicionales.1
Prueba |
Comentario |
Hemocultivo |
Principal estudio para la confirmación diagnóstica. Más confiable cuando se realiza durante la bacteriemia secundaria (periodo sintomático). A pesar de esto, según la técnica y la serie temporal, pueden resultar falsos negativos entre el 30 y 50% de los cultivos. |
Cultivo de heces fecales |
Para diagnóstico en la segunda y tercera semana. Deben tomarse varias muestras. Se estima que la positividad ocurre en solo el 37% de los pacientes con antibioticoterapia. |
Médula ósea |
No se utiliza con frecuencia. Ofrece una sensibilidad mayor que la que brinda el hemocultivo. Su sensibilidad es variable; es eficaz en aproximadamente un 90% y resulta positiva en más del 50% de los pacientes, incluso tras varios días de tratamiento con antibióticos. |
Prueba de Widal |
Prueba serológica para la fiebre entérica que detecta anticuerpos contra los antígenos O (superficie) y H (flagelar). Los títulos de anticuerpos superiores a 1:160 para el antígeno anti-H y superiores a 1:80 para el antígeno anti-O se consideran predictores de una infección reciente de fiebre tifoidea en un área endémica. |
Prueba de tijeretazo de piel |
Biopsias cutáneas con sacabocados del exantema, en las cuales el cultivo resulta positivo hasta en un 63% de los casos, incluso con tratamiento antibiótico terapéutico previo. |
Ensayo de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) |
Puede proporcionar una identificación genética basada en el ADN de varios serotipos, como el gen de los antígenos H y O. No obstante, su sensibilidad puede disminuir durante la bacteriemia debido a las bajas concentraciones de bacterias circulantes. |
Inmunosorbencia ligada a enzimas (ELISA) |
Identifica anticuerpos contra los antígenos del polisacárido capsular Vi que pueden ser útiles para identificar pacientes portadores. |
Otras pruebas |
Cultivos de orina, biometría hemática (leucopenia, neutropenia o leucocitosis), proteína C reactiva elevada, pruebas de función hepática (pueden mostrar un patrón de hepatitis viral), etc. |
Cuadro 2. Exámenes complementarios para salmonelosis.1
Tratamiento
El pilar fundamental del tratamiento es la antibioticoterapia. Su administración oportuna previene complicaciones graves. El tratamiento farmacológico inicial de elección depende de la susceptibilidad de las cepas causales.
Cefixima
Cefixima es una cefalosporina de tercera generación que por su espectro de acción está indicada en diversas patologías infecciosas, incluyendo infecciones del tracto digestivo, sistémicas o ambas, como aquellas causadas por Salmonella, incluso en los casos de fiebre tifoidea causada por cepas de Salmonella typhi multirresistente (aquella que muestra resistencia a ampicilina, cloranfenicol y trimetoprima con sulfametoxazol).7
Como el resto de los betalactámicos cefalosporínicos, el mecanismo de acción de cefixima es bactericida y se basa en la inhibición de la síntesis de la pared bacteriana al inhibir las transpeptidasas, con lo que se impide la formación normal de la pared bacteriana, provocando la lisis y muerte del microorganismo.7
Medidas de apoyo
Se recomiendan Las siguientes medidas de apoyo como parte integral del tratamiento:
Hidratación oral o intravenosa
Corrección del desequilibrio hidroelectrolítico
Antipiréticos
Nutrición adecuada
Transfusión de hemoderivados (si se requiere corregir anemia, trombocitopenia)
Nutrición parenteral (en caso de perforación intestinal)6
Prevención
Para la prevención de la fiebre tifoidea se recomienda utilizar cualquiera de las dos presentaciones de vacunas autorizadas: Ty21a o ViCPS, en los siguientes casos:
Niños mayores de 2 años de edad y adultos que vivan en zonas endémicas de fiebre tifoidea (países de Asia, África, el Caribe, Centroamérica y Sudamérica).
Personas que viajen a regiones geográficas en donde la fiebre tifoidea es endémica.
Personas que vivan en campos de refugiados.
Personas que trabajen en laboratorios clínicos o de investigación donde se procesen muestras biológicas o se realicen estudios bacteriológicos.
Personas que trabajen en los sistemas de desagüe (exposición y contacto con aguas contaminadas).6
Referencias
1. |
González S, Medina G, Miranda E, Medina W. Fiebre tifoidea. Capítulo 3. En: Afecciones frecuentes en la práctica quirúrgica. 1ª ed. Quito, Ecuador: Ciencias de la Salud; 2023. |
2. |
Rubiano H, Prieto F. Fiebre tifoidea y paratifoidea. Protocolo de vigilancia en salud pública. Bogotá, Colombia: Instituto Nacional de Salud; 2024. Report No.: https://doi.org/10.33610/MYDT6613. |
3. |
SIVE. Fiebre tifoidea y paratifoidea. Protocolo de Salud Pública. Asturias, España: Sistema de Vigilancia Epidemiológica , Consejería de Salud; 2024. |
4. |
Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica. Protocolo de Vigilancia de Fiebre tifoidea y paratifoidea. Protocolo clínico. Murcia, España: Ministerio de Sanidad y Consumo, Centro Nacional de Epidemiología; 2010. |
5. |
Goldaraz J, Casuriaga A, Pardo L, Giachetto G. Fiebre tifoidea: una etiología poco frecuente de síndrome febril prolongado en pediatría. An Facultad Med (Univ Repúb Urug). 2022;g2:e403. |
6. |
IMSS. Diagnóstico y tratamiento para la fiebre tifoidea. Niñas/niños. Primero, segundo y tercer nivel. Guía de práctica clínica. Ciudad de México: Instituto Mexicano del Seguro Social, Unidad de Atención Médica; 2016. |
7. |
PLM. PLM Medicamentos. 2025. Disponible en: https://www.medicamentosplm.com/Home/productos/sunderin.tabletas/36/101/77926/210. |