07 mar 2025
Resumen
La alergia es una respuesta inmunitaria frente a alérgenos a los que el organismo ha estado previamente expuesto. Este proceso involucra la producción de anticuerpos IgE específicos. Los aeroalérgenos, como el polen, los ácaros y los hongos, son sustancias comunes que provocan enfermedades alérgicas respiratorias, como el asma y la rinitis alérgica, que están aumentando en prevalencia, especialmente en la población infantil. La sensibilización a estos alérgenos puede ocurrir sobre todo por vía inhalada y factores como el cambio climático y la contaminación favorecen la liberación de partículas alergénicas. El tratamiento incluye la prevención de la exposición a los alérgenos, el uso de medicamentos para controlar los síntomas, y la inmunoterapia específica (ITA), que puede modificar la evolución de la enfermedad alérgica. Además, se subraya la importancia de un diagnóstico temprano y el seguimiento adecuado, en particular en niños con riesgo elevado de desarrollar alergias.
Palabras clave: alergia, IgE, aeroalérgenos, sensibilización, inmunoterapia, prevención
Abstract
Allergy is an immune response to allergens that the body has encountered previously. This process involves the production of specific IgE antibodies. Common aeroallergens, such as pollen, dust mites, and fungi, can lead to respiratory allergic diseases like asthma and allergic rhinitis. These conditions are becoming increasingly prevalent, particularly among children. Sensitization to these allergens mainly occurs through inhalation, and factors such as climate change and pollution contribute to the release of allergenic particles. Treatment strategies include preventing exposure to allergens, using medications to manage symptoms, and considering specific immunotherapy (SIT), which can help modify the progression of allergic diseases. Additionally, the significance of early diagnosis and appropriate follow-up is critical, especially for children who are at a higher risk of developing allergies.
Keywords: allergy, IgE, aeroallergens, sensitization, immunotherapy, prevention
Introducción
La alergia es una respuesta inmunitaria de hipersensibilidad, habitualmente mediada por IgE, ante ciertos alérgenos a los que el paciente ha estado previamente expuesto. La sensibilización es el proceso mediante el cual el organismo produce IgE específica contra un alérgeno. Para desarrollar una alergia, es necesario haber pasado por este proceso de sensibilización.1
Los alérgenos son sustancias capaces de provocar la producción de anticuerpos IgE específicos en personas con predisposición. Existen varios factores que afectan la capacidad de un antígeno para actuar como alérgeno, tales como su estabilidad estructural, conformación molecular, propiedades bioquímicas, concentración, solubilidad y la facilidad con la que interactúa con el sistema inmunitario. La mayoría de los alérgenos son proteínas solubles y glucoproteínas que poseen una estructura espacial específica.1 La figura 1 muestra un esquema de la composición de un grano de polen.
Figura 1. Estructura del polen. Está compuesto por pequeñas células reproductoras masculinas de las plantas y es crucial para la fertilización de muchas especies vegetales.
En este contexto, los aeroalérgenos o neumoalérgenos, también llamados inhalantes, son aquellos alérgenos que, sin importar su origen, se transportan a través del aire. A finales del siglo XIX, se descubrió que el polen de las gramíneas causaba la fiebre del heno. Desde entonces, muchas otras sustancias del ambiente se han relacionado con el desarrollo de enfermedades alérgicas.2
Las enfermedades provocadas por aeroalérgenos son especialmente relevantes debido a su alta prevalencia y al impacto que tienen sobre la salud de los pacientes, destacando que un gran porcentaje de estas personas presenta sensibilización a uno o más aeroalérgenos. Al igual que en el resto de las enfermedades alérgicas, se observa un aumento en la prevalencia de alergias a aeroalérgenos, en particular en la población infantil, lo que tiene un considerable impacto sanitario y social, afectando tanto a los pacientes como a sus familias.2
Los alérgenos ambientales son los pólenes, ácaros, epitelio de animales y esporas de hongos. Existe una estrecha relación entre la sensibilización a estos alérgenos y el desarrollo de asma y rinoconjuntivitis alérgica. Dependiendo de las características del alérgeno y su localización geográfica causarán clínica perenne o estacional. Los alérgenos ambientales del interior provienen de los ácaros, animales domésticos (perro y gato) y esporas de hongos. Los alérgenos de exterior incluyen los pólenes, gramíneas, malezas y árboles.1
Detalles generales
El tamaño de los aeroalérgenos juega un papel crucial para el desarrollo de alergias. Los alérgenos más comunes varían entre 1 y 60 μm. Por ejemplo, las partículas de polen anemófilo tienen un tamaño de entre 20 y 60 μm, mientras que las esporas de hongos por lo general miden entre 3 μm y 30 μm. Las partículas de polvo oscilan entre 1 μm y 10 μm.3
Los mecanismos de defensa de la mucosa nasal y las vías respiratorias, a través de los cilios que transportan las partículas hacia la orofaringe para ser deglutidas y desnaturalizadas rápidamente en el estómago, eliminan la mayoría de las partículas grandes, lo que significa que solo aquellas de 3 μm o menores pueden llegar a los alvéolos pulmonares. Esto explica una mayor exposición de las mucosas nasal y conjuntival, así como de las vías respiratorias superiores. Sin embargo, debido a que la mayoría de las partículas más grandes no penetran en los bronquios terminales ni en los alvéolos, es necesario considerar otros mecanismos alternativos de respuesta en las vías aéreas.3
Un aeroalérgeno tiene relevancia clínica cuando cumple con dos condiciones:
Contiene grupos antigénicos específicos capaces de inducir respuestas de hipersensibilidad en el ser humano.
Está presente en concentración suficiente en el aire, de manera que el nivel de exposición sea adecuado para desencadenar una respuesta inmunitaria.3
Existen diversas sustancias transportadas por el aire, provenientes tanto de fuentes vegetales y animales como de productos químicos, que pueden inducir síntomas alérgicos en personas sensibilizadas. La respuesta de cada individuo varía según varios factores, tanto relacionados con el sujeto alérgico como con el alérgeno en sí: el estado del sistema inmunitario, la cantidad del alérgeno, la frecuencia y la vía de penetración o las características físico-químicas, entre otros.3
La aerobiología es la disciplina científica encargada de estudiar, entre otras partículas biológicas, el polen aéreo, su diversidad y las concentraciones con las que se presenta en diferentes épocas del año. Aunque Blackley realizó estudios sobre este tema desde 1873, fue en la década de 1940 cuando esta rama científica comenzó a tener gran relevancia.4
Fisiopatología
Los aeroalérgenos entran en contacto con la mucosa respiratoria, aunque también pueden llegar al sistema inmunitario a través de la piel e incluso ser ingeridos. La sensibilización a los alérgenos ambientales ocurre de manera temprana, sobre todo por vía inhalada, aunque también puede darse por otras vías. Es crucial destacar la sensibilización a través de la piel, en particular en pacientes con dermatitis atópica, quienes tienen la barrera cutánea dañada, lo que facilita la entrada del alérgeno y propicia un contacto anormal con las células dendríticas, favoreciendo la respuesta T2 y la producción de IgE específica.1
Tras una nueva exposición, la IgE específica se une a los receptores de alta afinidad en los mastocitos (FceRI), lo que provoca la liberación de mediadores preformados de los mastocitos (histamina, proteasas, factores quimiotácticos para eosinófilos y neutrófilos), generando las manifestaciones clínicas inmediatas. Posteriormente, la producción y liberación de mediadores de la inflamación de nueva síntesis (LTC4, D4, E4, PGE2, PGF2a, PGD2, TXA2, PAF) intensifica el proceso inflamatorio entre 4 y 6 horas, agravando los síntomas.1
Las partículas que contienen los alérgenos llegan más profundamente en el sistema respiratorio dependiendo de su tamaño, sobre todo aquellas menores de 1 micra. Factores climáticos específicos favorecen la liberación de alérgenos y su interacción con el sistema inmunitario de la persona: altos niveles de contaminación en las ciudades, el viento o las tormentas favorecen la rotura de los pólenes y la liberación de partículas que contienen alérgenos. El cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos facilitan la aparición de brotes de asma alérgica. El aumento de las temperaturas y las concentraciones de CO2 causan un adelanto en la floración de los pólenes, alargando el periodo de polinización y, por lo tanto, incrementando la exposición a los pólenes.1
Estudios en medios latinoamericanos
Una de las alteraciones frecuentes producidas por aeroalérgenos es la rinitis alérgica, la forma más frecuente de rinitis no infecciosa, la cual afecta a entre el 10 y 30% de los adultos y al 40% de los niños en todo el mundo. Esta enfermedad ha ganado relevancia debido al aumento de su prevalencia y su vínculo con comorbilidades como el asma y las infecciones crónicas de las vías respiratorias altas. Es una de las enfermedades crónicas más comunes y debilitantes, con un alto impacto económico y consecuencias negativas sobre la calidad de vida de los pacientes.5
Esta alteración se produce por una reacción de hipersensibilidad a aeroalérgenos como los ácaros del polvo, polen, caspa de animales y hongos, entre otros. Sus síntomas principales incluyen rinorrea, estornudos, prurito y obstrucción nasal. En Latinoamérica, la prevalencia de rinitis alérgica es elevada. Según el estudio ISAAC, la prevalencia en esta región es del 37.6%, con un aumento anual del 0.8% en los últimos años. En México, la prevalencia de rinitis alérgica en la población general varía entre el 24% en el norte del país y el 47% en la Ciudad de México.5
Un estudio realizado en la ciudad de Guadalajara tuvo como objetivo determinar, mediante pruebas cutáneas, la prevalencia de sensibilización a aeroalérgenos en pacientes con rinitis alérgica. Evaluaron en forma retrospectiva la reactividad cutánea a diferentes aeroalérgenos de 965 pacientes con rinitis alérgica enviados al servicio de Alergia y la prevalencia en diferentes grupos de edad. Las pruebas cutáneas del 78% de ellos fueron positivas, los límites de edad fueron 16 y 78 años, 77.9% eran mujeres, 9% monosensibilizados y 11.5% tuvieron más de 15 pruebas positivas. Los alérgenos de interiores más frecuentes fueron los ácaros de polvo casero, y los de exteriores más frecuentes, Quercus sp. y Fraxinus sp. La reactividad a los aeroalérgenos fue más frecuente en el género masculino y el grupo de edad en el que hubo pruebas cutáneas positivas con más frecuencia fue el de 21 a 40 años. Estos datos indicaron que los ácaros de polvo doméstico, y en seguida los pólenes de árboles, son los aeroalérgenos más frecuentes en pacientes con rinitis alérgica.6
Dermatitis alérgica
Un estudio español tuvo como objetivos evaluar si los niños con dermatitis atópica (DA) están sensibilizados a aeroalérgenos, determinar si estos aeroalérgenos son causales de la dermatitis o si están relacionados con alguna enfermedad respiratoria de origen alérgico (como asma o rinitis) concurrente con la DA, así como analizar si la sensibilización a estos alérgenos ocurre a cualquier edad o si existen diferencias entre diferentes grupos etarios.7
El estudio se realizó en tres grupos: (1) 64 pacientes con DA, divididos en dos subgrupos: uno de 37 niños con enfermedades respiratorias alérgicas (asma y/o rinitis) y otro de 27 niños con solo DA; (2) un grupo control de ocho niños con solo enfermedades respiratorias alérgicas, para verificar si este grupo reaccionaba a la prueba del parche con aeroalérgenos; y (3) otro grupo control de siete niños sanos para descartar reacciones positivas inespecíficas en una población no atópica. Los grupos se dividieron por edades, según las fases de la DA: fase lactante (< 2 años): 21, fase infantil (2 a 10 años): 37, fase adolescente (> 10 años): 21.7
A todos los participantes se les realizó IgE sérica total (RIA), IgE específica para alérgenos (RAST), prick-test y patch-test. En todas las pruebas se utilizaron los mismos alérgenos, que incluían componentes estándar de aeroalérgenos y alérgenos alimentarios. En caso de una prueba de parche positiva, se realizó una biopsia con estudio anatomopatológico y con anticuerpos monoclonales para verificar si se reproducía la lesión típica del eccema.7
Se observó una sensibilización diferente entre los pacientes con DA según la presencia de manifestaciones respiratorias y la edad. En los niños menores de 2 años, predominó la sensibilización a alimentos. En el grupo de 2 a 10 años, se destacó la sensibilización mixta, en gran parte debido a la afectación respiratoria simultánea, aunque es probable que los aeroalérgenos jugaran un papel en la etiopatogenia de la DA. En los mayores de 10 años predominó la sensibilización a aeroalérgenos, coincidiendo la mayoría con síntomas respiratorios. Un 34.3% de los pacientes con DA tuvieron una prueba de parche positiva, siendo casi la mitad de ellas reactivas a los ácaros. La prueba de parche resultó ser un valioso instrumento diagnóstico en la DA, ya que no se encontró ninguna prueba positiva en el grupo control. Todas las biopsias de las pruebas de parche con aeroalérgenos reprodujeron la lesión típica del eccema, lo que confirmó su implicación en la etiopatogenia de la dermatitis.7
Prevención
La prevención es una herramienta clave en el manejo de la alergia. Algunas de las medidas son a nivel poblacional, pero es fundamental un adecuado seguimiento a largo plazo desde la infancia y la detección temprana de la población en riesgo, con el fin de implementar intervenciones apropiadas que puedan modificar la progresión de la atopia.1
El médico de atención primaria desempeña un papel crucial en la prevención de enfermedades alérgicas en la infancia. Debe aplicar medidas preventivas en todos los niños, especialmente en aquellos con alto riesgo de alergias, como aquellos con antecedentes familiares de estas enfermedades. En los lactantes, se debe promover la lactancia materna y recomendar iniciar la alimentación complementaria entre los 4 y 6 meses de edad (ventana inmunitaria), siempre con el apoyo de la lactancia materna durante el proceso.1
Además, en su labor como pediatra, debe implementar medidas preventivas para reducir las sibilancias recurrentes, enfocándose en el tabaquismo de los padres, el lavado frecuente de manos y asegurándose de que las vacunas estén al día, especialmente la vacuna antigripal a partir de los 6 meses de edad. Si el entorno familiar lo permite, se recomienda retrasar la incorporación a una guardería hasta después del primer año, idealmente a los 18 meses.1
En los niños mayores, la prevención debe continuar, con un enfoque especial en la educación sanitaria tanto al paciente como a los familiares. Es importante explicarles la relevancia de las enfermedades alérgicas y la adherencia al tratamiento. También se debe instruir sobre la identificación y control de los alérgenos ambientales, alimentarios o ambos, con el objetivo de reducir la exposición, controlar los síntomas y aplicar los tratamientos adecuados.1 Deben identificarse medidas específicas para cada posible alérgeno y caso en particular, como los ejemplos que se muestran en los cuadros 1, 2 y 3.1
Información previa |
Conocer e identificar las plantas implicadas y la época de polinización |
Consultar las concentraciones de polen |
En exteriores |
Evitar la proximidad a las plantas implicadas |
Evitar salidas al exterior y principalmente al campo en días secos y de viento, con tormentas, días con recuentos altos de polen y en horas vespertinas |
Evitar viajes en motocicleta o bicicleta. En el automóvil llevar ventanillas cerradas y filtro antipolen |
Usar lentes de sol o mascarilla para boca y nariz en los días más complicados |
En la vivienda |
Mantener cerradas ventanas de la casa |
Usar aire acondicionado y filtros HEPA |
Ventilar a primera hora y durante un periodo breve |
Evitar secar ropa en el exterior |
Tras salidas al exterior, ducha y cambio de ropa |
Cuadro 1. Medidas de evitación para pólenes.2
En el dormitorio |
Fundas para el colchón y almohadas plásticas o especiales de tela con poros finos |
Lavado de la ropa de cama con agua caliente cada 1 a 2 semanas |
Es preferible que, si hay varios pisos, los dormitorios se sitúen en el segundo piso |
En la casa |
De ser posible, retirar alfombras, así como de los tapizados y cualquier objeto que acumule polvo |
Disminuir la humedad por debajo del 50%: calefacción o aire acondicionado |
Ventilar la casa, sobre todo cuando haya menos humedad fuera |
Otras medidas |
Utilización de una aspiradora potente con filtro HEPA o de agua para la limpieza de las superficies |
Si hay alfombras o tapetes, deben ser lavables, tratados con vapor o expuestos periódicamente al sol y desenpolvados |
Evitar el mobiliario tapizado |
No se aconseja tener peluches |
Cuadro 2. Medidas para disminuir la exposición a ácaros.2
Retirada de la mascota |
Mantener al animal fuera del hogar |
Una vez que el animal se ha retirado, las estancias deben ser limpiadas exhaustivamente |
Control de los alérgenos dentro de la casa sin la retirada de la mascota |
Los filtros de aire solo reducen la presencia de alérgenos en el aire, no en las superficies |
Retirada de tapetes, alfombras y tapizados |
Uso de aspiradoras potentes con filtros HEPA |
Bañar dos veces a la semana a los perros puede ayudar a reducir los alérgenos |
El baño de los gatos no reduce de forma significativa la presencia de alérgenos |
Cuadro 3. Medidas para evitar la exposición a alérgenos de mascotas.
Se ha demostrado que la rinitis alérgica (RA) puede progresar hacia el asma bronquial, con una incidencia de asma tres veces mayor en personas con RA alérgica (39 frente al 13%). Los principios del tratamiento incluyen la evitación de alérgenos y otros factores desencadenantes, el control de los síntomas y la prevención mediante la modulación del sistema inmunitario, induciendo tolerancia con inmunoterapia específica con alérgenos (ITA).8
La ITA es el único tratamiento capaz de alterar la evolución natural de la sensibilización alérgica, con el objetivo de lograr tolerancia inmunitaria a los alérgenos clínicamente relevantes. Su eficacia y seguridad han sido demostradas cuando se emplean diagnósticos moleculares y extractos de alta calidad. La administración de ITA es segura en centros de salud especializados, aunque se deben considerar situaciones especiales que puedan modificar las pautas estándar. Hoy día, la vía sublingual, con administración domiciliaria y la misma eficacia que la vía subcutánea, está ganando popularidad tanto en el tratamiento de la RA como del asma.8
Referencias
1. |
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Terán L, Haselbarth-López M, Quiroz-García D. Alergia, pólenes y medio ambiente. Gac Méd Méx. 2009;145(3):215-222. |
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