10 sep 2025
Resumen
Los probióticos, prebióticos y simbióticos representan intervenciones nutricionales que modulan la microbiota intestinal, con efectos beneficiosos sobre la salud humana. Históricamente, estudios de Metchnikoff y otros pioneros demostraron que la modificación de la microbiota podía favorecer la longevidad y prevenir alteraciones intestinales. Los probióticos consisten en microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, mejoran la composición de la microbiota y promueven la salud gastrointestinal. Los prebióticos son sustratos selectivos que estimulan el crecimiento de bacterias beneficiosas, siendo la inulina de agave especialmente eficaz para potenciar el efecto de los probióticos. Los simbióticos combinan ambos componentes, generando efectos sinérgicos que superan la suma de sus acciones individuales, mejorando la viabilidad de los probióticos, la producción de ácidos grasos de cadena corta y la función inmunitaria. Estas intervenciones han mostrado beneficios en diarrea, estreñimiento, síndrome de intestino irritable, prevención de cáncer gastrointestinal, obesidad y alteraciones metabólicas. La evidencia respalda su aplicación clínica como estrategia segura y eficaz para optimizar la salud intestinal y general.
Palabras clave: probióticos, prebióticos, simbióticos, microbiota intestinal, inulina de agave, salud gastrointestinal
Abstract
Probiotics, prebiotics, and synbiotics are nutritional interventions that modify the intestinal microbiota, offering beneficial effects on human health. Research conducted by pioneers like Metchnikoff has shown that altering the microbiota can promote longevity and help prevent intestinal disorders. Probiotics are live microorganisms that, when taken in sufficient amounts, improve the composition of the microbiota and support gastrointestinal health. Prebiotics are selective substrates that stimulate the growth of beneficial bacteria; agave inulin is especially effective in enhancing the activity of probiotics. Synbiotics combine both probiotics and prebiotics, producing synergistic effects that exceed the benefits of each component alone. They enhance probiotic viability, promote the production of short-chain fatty acids, and improve immune function. These interventions have demonstrated benefits for conditions such as diarrhea, constipation, irritable bowel syndrome, gastrointestinal cancer prevention, obesity, and metabolic disturbances. The evidence supports their clinical use as a safe and effective strategy for optimizing intestinal and overall health.
Keywords: probiotics, prebiotics, synbiotics, gut microbiota, agave inulin, gastrointestinal health
Introducción
Hace más de un siglo, Elie Metchnikoff, científico ruso, premio Nobel y profesor del Instituto Pasteur de París, propuso que las bacterias ácido-lácticas podían favorecer la salud y promover la longevidad. Planteó que la llamada “autointoxicación intestinal” y el envejecimiento asociado podían atenuarse modificando la microbiota intestinal, sustituyendo los microbios proteolíticos —productores de compuestos tóxicos como fenoles, indoles y amoníaco— por microbios sacarolíticos. Como parte de esta hipótesis desarrolló una dieta basada en leche fermentada con el denominado bacilo búlgaro.1
Posteriormente, otros investigadores realizaron contribuciones clave. En 1917, Alfred Nissle aisló de las heces de un soldado una cepa no patógena de Escherichia coli (E. coli Nissle 1917), considerada un probiótico pionero. Por su parte, Henry Tissier, del Instituto Pasteur, aisló Bifidobacterium de un lactante amamantado, con la finalidad de administrarlo a niños con diarrea y desplazar bacterias proteolíticas dañinas. En Japón, el Dr. Minoru Shirota aisló la cepa Lacticaseibacillus paracasei Shirota, que desde 1935 se comercializa como producto probiótico frente a brotes diarreicos.1
Estos avances marcaron el inicio de un campo científico que hoy se encuentra ampliamente consolidado. Actualmente, existen más de 1,500 ensayos clínicos en humanos registrados en PubMed que evalúan el uso de probióticos. Aunque presentan heterogeneidad en las cepas y poblaciones estudiadas, la evidencia acumulada respalda su beneficio potencial en diversos resultados clínicos.1
Probióticos
Aunque la definición inicial de los probióticos, planteada en 1965, los describía como sustancias secretadas por ciertos microorganismos capaces de estimular el crecimiento de otros —en contraposición a los antibióticos—, en la actualidad el concepto ha evolucionado. Hoy en día, se entiende por probiótico a un preparado o producto que contiene cepas de microorganismos viables en cantidad suficiente para modificar la microbiota de un compartimento del huésped, ya sea por implantación o colonización, generando efectos beneficiosos para su salud. Esta definición abarca tanto productos que incorporan microorganismos, como las leches fermentadas, como preparaciones específicas en forma de comprimidos o polvos. De manera más sintética, la Organización Mundial de la Salud los define como microorganismos vivos que, administrados en cantidades adecuadas, confieren un beneficio para la salud del huésped.2
Los probióticos se agrupan principalmente en dos categorías: bifidobacterias y lactobacilos. Estos microorganismos, al fermentar la glucosa y producir ácido láctico, se clasifican como bacterias lácticas. La seguridad de determinadas cepas para el consumo humano y animal ha motivado a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) a establecer la lista Qualified Presumption of Safety (QPS), en la cual se detallan las especies consideradas aptas para la producción de alimentos y piensos. Para ser candidatos adecuados, los probióticos deben cumplir con requisitos específicos, entre los que destacan:3
· Tolerar el bajo pH gástrico.
· Resistir la acción de las sales biliares.
· Adherirse al epitelio del hospedador
El uso de probióticos ha demostrado aportar beneficios clínicos en el tratamiento de diversas patologías, entre ellas la diarrea asociada con antibióticos, la diarrea de origen viral y la infección por Helicobacter pylori. Su administración contribuye a acelerar la recuperación y a disminuir la sintomatología de los pacientes. Estos efectos positivos se reflejan, además, en una menor demanda de atención sanitaria, una reducción del gasto farmacéutico, la disminución del ausentismo laboral y, en última instancia, un menor costo global para el Sistema Nacional de Salud.4
Clasificación de los probióticos
Actualmente, los microorganismos empleados como probióticos se clasifican en diferentes categorías, que se presentan en el cuadro 1.
Cuadro 1. Clasificación de los probióticos.3
Prebióticos
El término prebiótico hace referencia a ingredientes fermentables de manera selectiva que producen cambios específicos en la composición, en la actividad de la microbiota gastrointestinal o en ambos, generando beneficios para la salud del huésped. Esta definición guarda cierta relación con el concepto de fibra dietética, aunque se diferencia por la selectividad de los prebióticos hacia determinados microorganismos; por ejemplo, la ingesta de inulina estimula de forma preferente el crecimiento de bifidobacterias.5
Por su parte, el término fibra dietética es más amplio y se define como un conjunto de carbohidratos y lignina que resisten la hidrólisis por enzimas digestivas humanas, pero que pueden ser fermentados por la microbiota colónica y/o excretados parcialmente a través de las heces. Bajo esta categoría se incluyen la inulina, los polisacáridos sin almidón (celulosas, hemicelulosas, pectinas, gomas y mucílagos), los fructooligosacáridos, los galactooligosacáridos y el almidón resistente (almidón y productos derivados de su degradación que no son digeridos en el intestino delgado de personas sanas).5
Algunos componentes de la fibra cumplen con los criterios estrictos para ser considerados prebióticos, como la inulina, los fructooligosacáridos, los galactooligosacáridos, los oligosacáridos derivados de la soya, los xilooligosacáridos, las pirodextrinas y los isomaltooligosacáridos. Sin embargo, otros resultan difíciles de clasificar. Tal es el caso de la goma guar, una fibra soluble fermentable que favorece parcialmente el crecimiento de bacterias probióticas, pero que actúa también como un sustrato general para las bacterias colónicas. Por esta razón, no puede considerarse un prebiótico en sentido estricto, sino un alimento colónico fermentable.5
Es importante señalar que, aunque las definiciones de prebióticos y fibra comparten ciertos puntos en común, no todas las fibras pueden clasificarse como prebióticas. Factores como el tipo de fibra, la dosis, la viscosidad, la capacidad de retener agua y su grado de fermentabilidad son determinantes para establecer sus efectos y beneficios sobre la salud humana.3
La inulina es un nutriente que sirve de alimento para bacterias benéficas del intestino. Se ha comprobado que los fructanos de agave promueven la formación de biopelícula en consorcios probióticos.6 En un estudio en el que se realizó una comparación entre la inulina de agave y la de achicoria, se observó que la primera estimula con mayor eficacia el crecimiento de bacterias probióticas, lo que se traduce en un mejor efecto protector frente a microorganismos dañinos. En este sentido, la inulina de agave ofrece una ventaja sobre la de achicoria, al favorecer de manera más marcada el equilibrio de la microbiota intestinal.7
Simbióticos
El término simbióticos se aplica a los productos que combinan probióticos y prebióticos. En un sentido estricto, debería reservarse para aquellos casos en los que el componente prebiótico favorece selectivamente al probiótico incluido, como sucede con la asociación de oligofructosa y bifidobacterias. En cambio, combinaciones como oligofructosa con Lactobacillus casei no cumplirían este criterio. Sin embargo, si el concepto de sinergismo se interpreta de manera más amplia, dichas combinaciones también podrían considerarse simbióticas.2
Un producto solo puede ser considerado simbiótico si ha demostrado producir un efecto beneficioso que supere al generado de manera individual por cada uno de sus componentes, es decir, que su acción conjunta sea superior a la suma de los efectos aislados de probiótico y prebiótico. Esta característica refleja el principio de sinergismo que distingue a los simbióticos de otros productos combinados.8
Trabajos presentados en la DDW (Digestive Disease Week) han mostrado aplicaciones relevantes de probióticos, prebióticos y, de manera especial, de los simbióticos en diferentes áreas de la práctica clínica. Estos últimos, al combinar de forma sinérgica ambos componentes, potencian los beneficios individuales y abren nuevas posibilidades terapéuticas. Su impacto se ha documentado en patologías gastrointestinales como la diarrea, el estreñimiento, el síndrome de intestino irritable y otros trastornos funcionales de la motilidad colónica. Asimismo, se han explorado sus efectos en la prevención del cáncer gastrointestinal, en enfermedades metabólicas e inflamatorias, en la obesidad e incluso en alteraciones conductuales. En conjunto, los simbióticos representan una estrategia prometedora con un papel cada vez más relevante en la medicina actual.9
Mecanismos de acción de los probióticos y prebióticos
El consenso de la Asociación Científica Internacional sobre Probióticos y Prebióticos describe diversos mecanismos de acción a través de los cuales estos compuestos ejercen sus efectos benéficos. Algunos de ellos son comunes a la mayoría de los probióticos, mientras que otros se presentan únicamente en determinadas especies o cepas.5
Entre los mecanismos más habituales se incluyen la resistencia a la colonización por microorganismos patógenos, la producción de ácidos grasos de cadena corta que contribuyen a la acidificación del medio intestinal, la regulación del tránsito gastrointestinal y la normalización de la microbiota. Asimismo, favorecen la regeneración de los enterocitos y participan en la exclusión competitiva de bacterias dañinas.5
En cuanto a los mecanismos más específicos, se han descrito funciones como la síntesis de vitaminas, el antagonismo directo frente a otras bacterias y el reforzamiento de la barrera intestinal. También intervienen en el metabolismo de las sales biliares, desarrollan diversas actividades enzimáticas y poseen capacidad para neutralizar compuestos carcinógenos.5
Comentario
La combinación de prebióticos con probióticos como Lactobacillus acidophilus y Bifidobacterium bifidum ha dado lugar al concepto de simbióticos, cuyo objetivo es potenciar los beneficios individuales de ambos componentes. Los probióticos dependen en gran medida de la disponibilidad de nutrientes que les permitan sobrevivir y colonizar el intestino. La adición de prebióticos como la inulina mejora significativamente la viabilidad y la actividad de estos probióticos, lo que se traduce en una mayor producción de ácidos grasos de cadena corta (acetato, propionato y butirato), compuestos con reconocidos efectos antiinflamatorios, inmunomoduladores y protectores de la mucosa intestinal.
Asimismo, se ha observado que la sinergia entre prebióticos y probióticos no solo favorece la salud gastrointestinal, sino que también puede tener repercusiones sistémicas. Diversos estudios han documentado mejoras en parámetros metabólicos como la resistencia a la insulina, la regulación del perfil lipídico y la reducción de marcadores inflamatorios, lo cual sugiere un papel relevante de estas combinaciones en la prevención y el manejo de enfermedades crónicas no transmisibles. Adicionalmente, en el ámbito inmunitario, la suplementación con simbióticos puede reforzar las defensas del organismo, modulando la respuesta inmunitaria innata y adaptativa, lo que resulta de relevancia particular en poblaciones vulnerables como niños, adultos mayores o pacientes inmunocomprometidos.
En este sentido, la integración de inulina de agave junto con cepas probióticas como L. acidophilus y B. bifidum representa una excelente estrategia para optimizar la salud intestinal y general. Su potencial como intervención nutricional abre nuevas perspectivas en la prevención y el tratamiento complementario de enfermedades gastrointestinales, metabólicas e inmunitarias, subrayando la importancia de seguir investigando sus mecanismos de acción y aplicaciones clínicas.
Referencias
1. Organización Mundial de Gastroenterología. Probióticos y prebióticos. Directrices mundiales. Milwaukee, WI: World Gastroenterology Organisation; 2023.
2. Olveira G, González-Molero I. Probióticos y prebióticos en la práctica clínica. Nutr Hosp. 2007;22(Supl 2):26-34.
3. Romero-Agrelo A, Izquierdo-López I, Rivas-Rodríguez L, Picáns-Leis R, Vázquez-Cobela R, Leis R. Probióticos. Papel que juegan en la obesidad y malnutrición. An Microb Prob Preb. 2024;5(1):40-44.
4. Cucalón J, Blay M. Actualización en probióticos, prebióticos y simbióticos. Med Gen Fam. 2020;9(6):293-303.
5. Olveira G, González-Molero I. Actualización de probióticos, prebióticos y simbióticos en nutrición clínica. Endocrinol Nutr. 2016;63(9):482-494.
6. Condado M, Antunez-Mojica M, Martínez H, Barrera A. Los fructanos de agave promueven la formación de biopelícula in vitro en el consorcio probiótico Lactobacillus delbrueckii ssp. lactis, L. delbrueckii ssp. bulgaricus y Streptococcus thermophilus. Revista Argentina de Microbiología. 2024;56:322-328.
7. Ayala M, Hernández D, Pinto R, González S, Bárcena J, et al. Efecto prebiótico de dos fuentes de inulina en el crecimiento in vitro de Lactobacillus salivarius y Enterococcus faecium. Rev Mex Ciens P. 2018;9(2).
8. Margolles A, Cepeda A, Mateos A, Rodríguez A, Marcos A, et al. Guía de actuación y documento de consenso sobre el manejo de preparados con probióticos y/o prebióticos en la farmacia comunitaria. Guía práctica. Madrid, España: SEFAC-SEPyP; 2018.
9. Abreu-Abreu A. Prebióticos, probióticos y simbióticos. Rev Gastro Mex. 2012;77(Supl 1):26-28.